La importancia de la relación de pareja, para lograr la estabilidad emocional de los hijos

“Solo porque alguien no te amé como tú quieres, no significa que no te amé con todo su ser.” –                                                                                 Gabriel García Márquez.

Autora: Dra. Emperatriz Torres Tasso de Luna;

RELACIONES  DE PAREJA

Una relación de pareja exitosa, está basada en el amor, que permite a cada uno de sus miembros,  ser lo que quiere ser, sin expectativas especiales y sin exigencias. Siendo su objetivo esencial el crecimiento como personas y el crecimiento mutuo.

Tiene sus raíces en la disposición de los cónyuges de preocuparse por lograr la confianza y la credibilidad de su pareja y para ello se debe tener en cuenta:

• El conocimiento y respeto a su pareja y a cada uno de los miembros de su familia.
• Aprender a comunicarse de manera positiva, asertiva y continua.
• Desarrollar habilidades de aceptación, comprensión, tolerancia y sobre todo perdón.
• Controlar nuestras emociones negativas, tales como: como la rabia, la envidia los celos, la irresponsabilidad, la excesiva sensibilidad, emociones que solo nos traban y no nos permiten seguir adelante como matrimonio y construir una familia estable.

Es por ello que, la unión conyugal y el amor incondicional de los padres es la mejor educación  emocional que pueden recibir los hijos.

Recordemos entonces que ser familia, es vida, es coraje, es riesgo, es decisión, es desvelo y es aprendizaje permanente.

Asimismo los padres deben asumir su responsabilidad en la educación emocional de sus hijos. Educar emocionalmente a los niños significa ensenarles a: tomar conciencia de sus emociones, comprender los sentimientos de los demás tolerar presiones y frustraciones, auto motivarse y adoptar una actitud empática y social.”

ALGUNAS ESTRATEGIAS EMOCIONALES PARA LOGRAR UNA FAMILIA ESTABLE Y EXITOSA

1. Utilicemos permanentemente el refuerzo verbal, es decir la palabra. Cada vez que nuestra pareja o nuestro hijo haga algo bien, expresémosle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra aceptación, a través de palabras positivas que incrementan su autoestima. No utilicemos adjetivos calificativos negativos, la crítica permanente, los insultos y los gritos, condenan al fracaso a la familia y mata todas sus motivaciones y esperanzas, no lo hagamos. Seamos optimistas, veamos siempre la parte más positiva de las cosas, tratemos de sonreír más y evitemos compararnos y comparar nuestras familias.
2. Aprendamos como pareja y enseñemos a nuestros hijos el reconocimiento de las emociones positivas, tales como la alegría, la serenidad, la simpatía, la gratitud, el afecto, estas emociones positivas, favorecen una evaluación equilibrada frente a situaciones adversas y promueven el optimismo, la flexibilidad y la felicidad.
3. Somos permanentes modelos de comportamiento para nuestros hijos. Ellos aprenden imitando nuestro comportamiento. Los niños nos observan cuidadosamente y si aprecian que tenemos éxito, con un comportamiento adecuado o inadecuado, ellos repetirán la misma conducta
4. Evitemos ser modelos inadecuados, los gritos,     las amenazas y los castigos injustificados, generan estrés y el niño aprende desde muy pequeño a no controlar sus impulsos.
5. Favorezcamos un Ambiente tranquilo, seguro, afectuoso y ordenado en el hogar que permitan la comunicación y la expresión de las emociones y para ello apliquemos disciplina positiva, que se define, como:“El acto de cambiar la conducta  de una persona de forma que actúe en una manera más responsable y apropiada”.                                                                                                                                                                    Al aplicar DISCIPLINA debemos tener en cuenta los siguientes principios:

• Las consecuencias deben ser positivas e inmediatas.
• Debe haber consistencia entre los padres.
• Las reglas deben ser claras y precisas.
• Los padres deben ser justos, seguros y empáticos.
• La comunicación padres e hijos debe ser asertiva.                                                                                                                    Respetemos las manifestaciones emocionales  de nuestra pareja y de nuestros hijos. De esta manera estaremos educando y no etiquetando. Las conductas se pueden cambiar, las etiquetas se mantienen en el tiempo.

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